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lunes, 21 de octubre de 2013

Crítica: Gravity


La siguiente crítica desvela parte de la trama, avisados quedáis.

Gravity (Alfonso Cuarón, 2013) quizás no vaya a pasar a la historia del cine por su aspecto artístico, ni siquiera por su originalidad, pero desde luego marca un antes y un después en las películas que pretenden tener al menos cierta verosimilitud tanto en el aspecto técnico como en la forma de contar una historia. Y es que lo que hace especial a Gravity no es exactamente la historia de fondo, sino el entorno donde se desarrolla. El espacio, el espacio real, a pesar de lo que aparece en casi todas las películas donde se usa como escenario, no es un sitio fácil donde situar la acción: no hay sonido, la experiencia de la ingravidez es algo más que ajeno para cualquier espectador, la mecánica de las cosas que se mueven por el espacio es a menudo contraintuitiva (aunque en el fondo se rija por unas normas sencillas) y realmente las formas que pueden tomar el riego y la muerte en el espacio son en su mayor parte muy poco espectaculares. La brillantez de Cuarón está en haber sabido tomarse las licencias justas para, sin llegar a desorientar y aburrir al espectador con detalles técnicos que pueden considerarse accesorios y (casi) irrelevantes a la hora de contar la historia, sí ha sido lo suficientemente riguroso ya no solo para hacer despertar una sonrisa en los aficionados a la exploración espacial, sino para atraer la atención y la curiosidad de cualquier espectador por lo que se ve en pantalla y además usar el espacio como casi un personaje más: ¿por qué la doctora Ryan Stone (Sandra Bullock) no deja de girar cuando sale despedida del brazo robótico?, ¿las cápsulas Soyuz usan paracaídas?, ¿así que resulta que para pilotar una cápsula necesitas manuales y las cosas no son como pilotar el Halcón Milenario?, ¿no se han pasado con las escenas de Kowalsky (George Clooney) usando la mochila propulsora como si fuese un Ferrari?, ¿no es impresionante que toda una estación espacial pueda quedar destruída a solo unos metros de ti en absoluto silencio?... 

 La historia que subyace en Gravity es sencilla a la vez que efectiva y universal: se trata de una historia de supervivencia. Se podría añadir que se trata de sobrevivir en el entorno más hostil que los humanos han conocido jamás, en unas condiciones que  nadie querría encontrarse nunca, en medio de un escenario esencialmente tecnológico, pero al final eso es accesorio: Stone y Kowalsky tan solo quieren salir adelante, superar el problema más difícil que seguramente han afrontado en sus vidas, y eso es algo que ocurre a diario, millones de veces cada día, en la cotidianidad de cada uno; Kowalsky rescata a Stone y la lleva durante buen rato atada a él para no perderla, para ayudarla a llegar a un sitio seguro, y en un momento dado debe soltarse para que ella pueda sobrevivir. Una metáfora de las cosas que ocurren cada día a nuestro alrededor. No hay más. La odisea de Stone, escapando de una nave a otra, de estación en estación, esquivando la nube de restos por los pelos, es tan solo eso, pura supervivencia y un seguir adelante continuo, donde la tentación de rendirse por el cansancio, por el peso del pasado, llega a ser abrumadora. No creo que estemos ante las mejores actuaciones de Clooney y Bullock y puede incluso que sus personajes estén un tanto estereotipados y no tengan una gran profundidad (sobre todo el personaje de Kowalsky), pero cualquiera puede reconocerse en ellos.

Hay muchos sitios donde se analizan al dedillo la multitud de errores que hay en la película, como en el blog Eureka de Daniel Marín, sin ir más lejos, pero con Gravity ocurre la paradoja de que más que una crítica negativa, la búsqueda de defectos se convierte en un ejercicio que acaba resaltando lo buena que es la cinta a nivel técnico, y bueno, ¡buscar los defectos siempre es un ejercicio divertido! Sí, los trajes no son una copia exacta de los trajes rusos y estadounidenses, el paracaídas de la Soyuz no podría desplegarse así en el espacio, la mochila propulsora de Kowalsky no puede hacer esas virguerías de maniobras, las órbitas del telescopio Hubble, de la Estación Espacial Internacional y de la Tiangong ni de broma permitirían un viaje como el que hace Ryan, los astronautas no van en ropa interior dentro de los trajes... ¿y qué? Hay que ser practicamente un experto en temas espaciales para darse cuenta de la mayor parte de esos "errores" o licencias. Curiosamente después de ver Gravity a uno le viene a la cabeza S.O.S.: Equipo Azul (Harry Winer, 1986), que tenía como título original Space Camp. Con unos efectos y un argumento bastante flojos, también presentaba una situación de emergencia en el espacio pero en clave de aventuras juveniles.

Te guste o no el espacio, Gravity te gustará si lo que quieres es pasar unos momentos de tensión y de emoción y disfrutar de una buena historia.

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